A la edad de 12 años, Henley fue víctima de la tuberculosis a los huesos. Años después, la enfermedad había alcanzado su pie y los médicos anunciaron que la amputación
por debajo de la rodilla sería la única forma de preservar su vida. En
1867 había logrado pasar con éxito el examen de entrada a la Universidad de Oxford.
En 1875 escribía el poema desde una cama de hospital. A pesar de sus
problemas de salud, vivió su vida de una forma activa hasta su muerte a
los 53 años.
Nelson Mandela tuvo el poema escrito en una hoja de
papel durante su estancia en prisión, ayudándole a sobrellevar su encarcelamiento.
Más allá de la noche que me envuelve,
negra como un pozo insondable,
agradezco a los dioses que pudieran existir
por mi alma inconquistable.
En las garras de la circunstancia
no he gemido ni he llorado.
Bajo los golpes del azar
si bien he sangrado, jamás he llorado.
Más allá de este lugar de ira y lágrimas
yace el horror de la sombra,
y sin embargo la amenaza de los años
me encuentra y me encontrará sin temor.
No importa cuán recto sea el camino,
ni cuantos castigos lleve a mi espalda,
soy el amo de mi destino:
soy el capitán de mi alma.
Jhon Fleider
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