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sábado, 8 de junio de 2013

A pesar de los obstáculos



Las mujeres han estado durante muchos siglos mucho más cerca de la literatura oral que los hombres. Ellas han creado, mantenido, transmitido, guardado, enseñado… la mayoría de la literatura oral del planeta. Canciones, nanas, cuentos, leyendas, romances… forman parte del acervo cultural de las mujeres. Los hombres se apropiaron de la literatura escrita y del acceso a la universidad positivizando esa literatura por encima de la oral y adueñándose durante siglos de la posibilidad de llegar a lo más alto de lo literario.

Las mujeres accedían a la escritura de una manera más doméstica, en sus casas o conventos, y crearon obras que hablaban de ese mundo, de esa esfera que les pertenecía y conocían. Muchas veces en forma de diarios, cartas o poesías, géneros narrativos escritos en primera persona y de gran carga autobiográfica, una de las razones por las que eso se ha seguido manteniendo incluso cuando en el siglo XIX accedieron en gran número a la novela. El teatro o la teología, por ejemplo, al ser unos géneros de claro alcance público, les han estado más vedados. Lo maravilloso es que las mujeres han conseguido superar todas esas trabas y podemos encontrar a mujeres en todos los siglos haciendo todos los géneros. No de manera mayoritaria, claro está, pero sí demostrando que incluso con las condiciones culturales más adversas ellas están lo suficientemente dotadas como para abordar todas las expresiones literarias. Hildergarda de Bingen, Cristine de Pizán, las Madames de los siglos XVII y XVIII, Aphra Benh, Santa Teresa… la nómina es muy larga y demuestra lo que hubieran sido capaces de contar con unas condiciones más favorables.

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