Un
día escuché en una charla que no existen diferencias entre los
maltratadores psicológicos y los que ejercen la violencia física. Que
son lo mismo, lo que pasa es que unos lo hacen “tan bien” que no
necesitan pegar.
Y
este era uno de esos. Me convenció de que necesitaba su permiso para
vivir, y me pasé todo el tiempo buscando su aprobación, pero nunca la
encontré.
Me
convenció de que estaba gorda, y me pasé toda la relación a dieta,
corriendo, nadando, en bici, persiguiendo estar tan delgada como para
parecérselo, aunque estaba muchos kilos por debajo de mi peso habitual.
Me
convenció de que mis amigas eran una mala influencia, y rompí todos los
lazos con las personas que me querían, que me podrían haber advertido
de que no estaba bien, de que esa relación no me sentaba bien.
Me
convenció de que era mejor trabajar en casa, y probé con el teletrabajo
para no tener que separarme cada mañana de él, sobre todo para que no
me perdiera de vista.
Me
convenció de que todos los hombres querían acostarse conmigo, y de que
yo lo provocaba y disfrutaba con ello, y reduje mi contacto con otros
hombres a aquellos a los que él daba su aprobación. Osea, a ningún otro.
Me
convenció de que todas las evidencias de que se acostaba con otras
mujeres eran inventos míos, paranoias de mujer infiel que cree que todas
estamos esperando a que se nos deje de vigilar para lanzarnos a los
brazos del primero que pase.
Me
convenció de que el amor se demuestra en la cama, accediendo siempre y a
todo, sin que haya espacio para la ternura y el deseo propio -o la
falta de él-.
Me levantó la mano varias veces, pero nunca me pegó. Me insultó muchas más, pero nunca me pegó.
Y
así, me exprimió la autoestima y la voluntad, y me olvidé de lo que yo
quería, de lo que me hacía feliz, y terminé creyendo que le necesitaba
para vivir.
Me convenció de que necesitaba que me cuidara, y, resulta, que vivo mucho mejor desde que me deshice de él.
Después
de él he aprendido mucho. De mí, de lo que quiero, de lo que deseo, de
lo que necesito. Y de lo que no. Pero no me hubiera importado ahorrarme
el aprendizaje.
Mi venganza es hacer lo que pueda para ahorrarle ese aprendizaje a otras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario